Cerradura abrochada

Residencia castillo dotada de elementos de fortificación, que sirven de protección contra los atacantes o como elemento decorativo arquitectónico.
Ejemplo de foto de portada: Castillo de Bürresheim (DE)

Durante el Renacimiento, los príncipes de Europa se superaron unos a otros en la construcción de magníficos castillos y palacios. Al mismo tiempo, las numerosas guerras también supusieron una amenaza para su desaparición. En muchos lugares surgió una combinación especial de arquitectura palaciega con elementos de fortaleza.

Fachadas ricamente decoradas, maravillosos parques y amplios jardines estaban rodeados de bastiones equipados con cañones, murallas desafiantes y puertas de entrada con aspilleras. Llamados „Palazze en Fortezza“ en italiano, combinaban el poder militar y el esplendor feudal sin fusionarlos.

Espléndidos ejemplos en Alemania son los castillos Hartenfels en Torgau, Sonnenstein en Pirna o Schloss Eichstätt (Willibaldsburg). Ejemplos igualmente atractivos son los castillos fortificados de Saumur (Francia), Pardubice (República Checa), Fürstenstein en Książ (Polonia), Helsingor (Dinamarca), Örebro (Suecia) y Pidhirci (Ucrania). Los castillos de Jülich (Alemania) y Krzyztopor (Polonia) también cuentan con poderosas arquitecturas de ciudadela.

En el siglo XIX, la necesidad de protección dejó de ser la razón para fortificar los castillos. Algunos propietarios de palacios añadieron elementos de fortificación como decoración arquitectónica y un encanto especial de contraste. Se había puesto de moda dar a un palacio un aspecto „antiguo“ y „fortificado“ como signo de una supuesta riqueza histórica y de recogimiento sentimental. Estos híbridos arquitectónicos proporcionan a los visitantes una sensación de emoción y una nueva perspectiva de la historia.



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Construcción de fortalezas entre los siglos XV y XIX